La espondilitis anquilosante es una enfermedad sistémica, que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral. Está dentro de las enfermedades reumatológicas, siendo la espondiloartropatía inflamatoria más frecuente.
La columna vertebral constituye el eje óseo del tronco. Está formada de arriba abajo por las vértebras cervicales, las dorsales que se articulan con las costillas para formar la caja torácica, las vértebras lumbares, el sacro y el cóccix. El sacro se une a la pelvis a través de las articulaciones sacroiliacas.
Las articulaciones sacroilicas suelen ser las primeras en inflamarse. Más tarde serán las articulaciones intervertebrales las que se inflamen. La inflamación, a la larga, fusionará las vértebras entre sí. Esto dará lugar a la anquilosis de la columna, que se volverá rígida y disminuirá la movilidad del tronco y la caja torácica.
No se conoce la causa que la produce pero si se sabe que la espondilitis afecta con mayor frecuencia a personas que presentan en sus células el antígeno HLA B27, lo que la convierte en una enfermedad de carácter hereditario. No todas las personas que presentan el antígeno desarrollarán la enfermedad.
Los primeros síntomas que la persona sufre es dolor lumbar producido por la inflamación de las articulaciones sacroiliacas y vertebrales. Es un dolor insidioso, lento y paulatino, que aumenta con la inactividad, es decir, durante la noche y en el reposo. El movimiento lo alivia.
Con el tiempo el dolor y la rigidez pueden afectar a la columna dorsal y al cuello. Las vértebras se van fusionando y la columna y la caja torácica pierden flexibilidad y movilidad. Se verán afectadas las articulaciones de las costillas con las vértebras y con el esternón dando lugar a restricciones respiratorias.
También pueden verse afectadas las caderas, hombros, rodillas o tobillos, en general zonas donde se insertan los ligamentos y los tendones.
El diagnóstico se basa en la exploración física. Se realizan radiografías y resonancias magnéticas de la pelvis y la columna. También se comprueba con analíticas la presencia del antígeno HLA B27.
El tratamiento con antinflamatorios AINEs es efectivo para el alivio de la inflamación. En algunos pacientes con espondilitis anquilosante con una evolución más importante y cuando se ven afectadas otras articulaciones además de la columna vertebral, puede ser útil la administración de sulfasalazina o metotrexato, generalmente asociada a antinflamatorios. También están disponibles en la actualidad los llamados “tratamientos biológicos”, que son medicamentos potentes dirigidos específicamente a los componentes de la respuesta inmunológica que están interviniendo en la enfermedad. Los autorizados en el momento actual son Infliximab y Etanercept (aunque aparecerán otros nuevos en el futuro), pudiéndose emplear en los casos en los que otros fármacos no han sido efectivos.
Pero el tratamiento fundamental en la espondilitis es la fisioterapia. El ejercicio físico reglado, especialmente en agua caliente, es fundamental para mantener la movilidad y flexibilidad de la columna y la caja torácica. Fisioterapia respiratoria, movilizaciones, estiramientos, serán imprescindibles en las fases agudas.
Ejercicios como el Pilates o el yoga también son muy beneficiosos, ya que trabajan la movilidad articular y la flexibilidad desde la respiración, siempre impartidos por un profesional cualificado.
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