Según una investigación reciente, levantar pesas no provoca que las mujeres que han padecido cáncer de mama desarrollen la dolorosa afección que inflama los brazos conocida como linfedema.
Hay cierta indicación de que levantar pesas podría incluso ayudar a prevenir el linfedema, pero se necesita más investigación para asegurarlo, apuntaron los investigadores.
El linfedema relacionado con el cáncer de mama es provocado por una acumulación del fluido linfático tras la extirpación quirúrgica de los nódulos linfáticos y/o radiación. Se trata de una afección grave que podría causar hinchazón de los brazos, torpeza e incomodidad.
"El linfedema es algo que las mujeres realmente temen tras el cáncer de mama, y la directriz ha sido no levantar nada más pesado que un bolso", comentó Kathryn H. Schmitz, autora líder del estudio a ser presentado el miércoles en el Simposio de Cáncer de Mama en San Antonio.
"Pero decir a las mujeres que no usen el brazo afectado sin darles una receta para un ayudante personal es un principio absurdo", añadió.
Un estudio anterior llevado a cabo por el mismo equipo de investigadores encontró que el ejercicio en realidad estabilizaba los síntomas entre mujeres que ya tenían linfedema.
"Realmente deseábamos asegurarnos de una vez y poder decir que no solo es seguro, sino que incluso podría ser bueno para los brazos", aseguró Schmitz, profesora asociada de medicina familiar y salud comunitaria de la Facultad de medicina de la Universidad de Pensilvania, y miembro del Centro Oncológico Abramson de Filadelfia.
"Es casi un cambio de paradigma", apuntó Lee Jones, director científico del Centro de Supervivencia del Cáncer del Instituto Oncológico de la Duke en Durham, Carolina del Norte. "El entrenamiento de resistencia de volumen bajo no exacerba el linfedema".
Para determinar si un programa de rehabilitación de progresión lenta que usaba pesas ayudaría al brazo, 134 mujeres de cáncer de mama a quienes se habían extirpado al menos dos nódulos linfáticos pero que no tenían señales de linfedema, y a las que se había diagnosticado entre uno y cinco años antes de ingresar al estudio, se seleccionaron al azar para participar en uno de dos grupos.
El primer grupo levantaba pesas (comenzando con una a dos libras, o sea entre menos de medio kilo y casi un kilo, y aumentando poco a poco) durante trece semanas bajo la guía de un entrenador en un centro de entrenamiento comunitario local (usualmente la YMCA). Entonces, las mujeres practicaron los ejercicios en casa durante nueve meses más.
El otro grupo no hizo ejercicio.
Al final de un año, once por ciento de las mujeres que levantaron pesas desarrollaron linfedema, frente a 17 por ciento de las del grupo de control.
Entre las mujeres que se sometieron a un tratamiento más drástico (la extirpación de cinco o más nódulos linfáticos), el siete por ciento de las que hicieron ejercicio desarrollaron linfedema, frente a 22 por ciento en el otro grupo.
Aunque el estudio se diseñó sobre todo para observar la seguridad del programa de ejercicio, Schmitz dijo que tenía "una posición muy firme de que debe ser el estándar de atención que las pacientes de cáncer de mama sean remitidas a un fisioterapeuta por la multitud de problemas de brazos y hombros que suceden tras el cáncer de mama, no sólo el linfedema".
"Alrededor de la mitad de las supervivientes tienen problemas de brazos u hombros tras el tratamiento", apuntó.
Pero este estudio y el anterior no deben llevar a las mujeres a intentar hacer ejercicio solas en casa.
"Hay algunas advertencias", apuntó Jones. "Este estudio se hizo con pacientes de cáncer de mama que habían comenzado la terapia al menos un año tras el tratamiento. No sabemos cómo los resultados de esto podrían cambiar en las mujeres que se han sometido a cirugía recientemente".
Además, "es un nivel realmente muy bajo de entrenamiento de resistencia", añadió. "No estaban abusando. Es difícil saber a partir de este estudio cuál es el límite crítico. Si se trata de entrenamiento de resistencia ligero o si se puede avanzar a un entrenamiento más moderado".
Los hallazgos del estudio también se reportarán en la edición del 22 al 29 de diciembre de la revista Journal of the American Medical Association.
FUENTES: Kathryn H. Schmitz, Ph.D., associate professor of family medicine and community health, University of Pennsylvania School of Medicine, and member, Abramson Cancer Center, Philadelphia; Lee Jones, Ph.D., scientific director, Duke Cancer Institute's Center for Cancer Survivorship, Durham, N.C.; Dec. 8, 2010, presentation, San Antonio Breast Cancer Symposium, San Antonio; Dec. 22/29, 2010, Journal of the American Medical Association
HealthDay
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