Pilates: el arte de hacer abdominales II

Cien1 Una vez estabilizada la zona lumbar por la activación del centro o "core", como vimos en la primera parte del artículo, si realizamos abdominales superiores u oblicuos y necesitamos flexionar tronco, es fundamental estabilizar la cintura escapular y la columna cervical antes de elevarnos.

La estabilidad de las escápulas hace que la tensión cervical disminuya considerablemente ya que localiza el esfuerzo realmente en abdomen y lo retira de los flexores de cuello (parte anterior del cuello).

El esternón es fundamental ya que dirige la articulación de la zona dorsal (parte de la columna entre las escápulas). Su empuje y descenso hacia el ombligo hace que los abdominales estén realmente accionados. La sincronización entre esternón y escápulas hacen que la zona cervical se encuentre cómoda, sin tensiones y aseguran el trabajo abdominal. La flexión del tronco nunca superará el punto de contacto del vértice inferior de las escápulas contra el suelo. Las escápulas descenderán en dirección a los glúteos, alejando los hombros de las orejas.

El alargamiento cervical antes de comenzar la flexión activará a los estabilizadores vertebrales, los multífidus. A continuación "enroscaremos" evitando llevar la barbilla al pecho. Siempre alargaremos pasando por encima de una pelota o huevo imaginario que tuviéramos en la barbilla, sin marcar "papada", para evitar colapsar la columna cervical posterior. La mirada juega un papel importante ya que donde van los ojos va la cabeza y con ella la columna cervical. Por eso es importante mantener la mirada hacia el frente.

Core, escápulas y alargamiento cervical, la trinidad del abdominal bien ejecutado.

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